El anciano alzo la mirada. Sus hijos yacían muertos o moribundos. Su esposa se había quitado la vida. Solo la lanza de su padre y los pocos hombres que habían conseguido retroceder quedaban para hacerle compañía.
-Mis einherjar. Hemos pasado mucho sufrimiento estos últimos meses. Todo terminará hoy. -Los hombres le miraron, ninguna emocion reflejada en sus rostros de piedra. Habían hecho un juramento, e iban a cumplirlo hasta el último momento.
Afuera, los gritos de odio y venganza de los hombres de piedra se alzaban. La puerta de madera grit´ al sentir el impacto de las armas. Vamos a tener que arreglar eso cuando todo termine, penso el anciano. De pronto, trozos de madera saltaron por los aires, arrojando a los einherjar al suelo o empalándolos con astillas. Los hombres de piedra entraron como una ola, hachas y espadas rompiendo armadura y hendiendo carne. Sangre regaba el suelo.
El anciano se levanto, alzo su lanza, y con un grito se arrojo a la reyerta.
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